Pastoral Message on National Human Trafficking Prevention Month 2024
( en español )
Brothers and Sisters in Christ,
January marks Human Trafficking Prevention Month. Few crimes embody the depravity and cruelty of sin like human trafficking. The human person was created in God's image and likeness, born with the hope of having the opportunity to flourish and grow. Sadly,
some in our world see people only as a commodity providing a means to an end, rather than as a unique individual with intrinsic value.
Innocent lives are harmed by human trafficking in many forms. Some are trafficked for physical labor or domestic servitude, while others are sexually trafficked and mistreated in the most unimaginable ways. While it may seem as though these atrocities
only occur in faraway lands, law enforcement professionals emphasize that this modern-day slavery hides in the shadows of every society, even in our own communities. The most unlikely of people may be trapped in the cruelty of a trafficked existence.
Human Trafficking Prevention Month is a presidentially designated observance, instituted with the hope that the public, empowered with information and education, can help prevent and respond to human trafficking in our midst. As people of faith, this
is certainly something we should take seriously and understand. United to all people in the love and life of Christ, we must decry these crimes committed against the most vulnerable among us.
I ask all in the Diocese of Arlington to research the resources made available by the Department of State, the United States Conference of Catholic Bishops,
and other entities, which provide toolkits and educational materials on human trafficking and identifying trafficked individuals. In addition, we must all be willing to report suspicious behavior. Those trapped in the depravity of human trafficking
deserve our best efforts to free them from their enslavement, so they may obtain the liberty all people deserve as children of God.
Most fundamentally, please pray regularly for those who are being trafficked, that they would be freed and healed from their trauma. And for traffickers, pray that they would turn from their ways, see God's love, and seek to live in the light of Christ.
As Christians, we know that even the most hardened of hearts are capable of conversion and repentance.
Joined in prayer, may we work together for the total eradication of human trafficking.
Mensaje pastoral con motivo del Mes Nacional de Prevención de la Trata de Personas, 2024
Estimados hermanos y hermanas en Cristo:
En enero se conmemora el Mes Nacional de Prevención de la Trata de Personas. Pocos delitos encarnan la depravación y crueldad del pecado como la trata de personas. El ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios y nació con la esperanza de tener
la oportunidad de prosperar y crecer. Lamentablemente, algunas personas en nuestro mundo ven a otras solo como una mercancía que ofrece los medios para lograr un fin, en lugar de verlas como seres únicos con valor intrínseco.
La trata humana perjudica de muchas maneras la vida de personas inocentes. Algunas son objeto de trata como fuente de mano de obra física o de servidumbre doméstica y otras son víctimas de trata con fines de explotación sexual y de maltrato de las formas
más increíbles. Aunque parezca que estas atrocidades ocurren únicamente en tierras lejanas, los profesionales del campo de aplicación de la ley recalcan que esta esclavitud moderna se oculta en las sombras de todas las sociedades, aun en nuestras
propias comunidades. Jamás nos imaginamos que algunas personas pueden quedar atrapadas en la crueldad de una existencia enmarcada en la trata.
El Mes Nacional de Prevención de la Trata de Personas, instituido por designación del Presidente de los Estados Unidos, se observa con la esperanza de que el público, empoderado con información y educación, pueda ayudar a prevenir y combatir la trata
de personas en nuestro medio. Como pueblo de fe, obviamente esto es algo que debemos entender y tomar en serio. Unidos a toda la gente en el amor y en la vida de Cristo, debemos denunciar estos delitos cometidos contra las personas más vulnerables
de nuestra sociedad.
Les ruego a todos en la Diócesis de Arlington que investiguen los recursos facilitados por el Departamento de Estado (inglés), (español),
la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (inglés), (español) y otras entidades, que ofrecen manuales y materiales educativos sobre la trata de personas e identifican a las víctimas. Además, todos debemos estar dispuestos a denunciar cualquier comportamiento sospechoso. Quienes están atrapados en la depravación
de la trata de personas merecen que hagamos nuestros mejores esfuerzos para liberarlos de su esclavitud, con el fin de que puedan alcanzar la libertad que todos merecemos como hijos de Dios.
Como acto fundamental en sumo grado, les ruego que recen regularmente por las personas sujetas a la trata para que puedan liberarse y sanar del trauma sufrido. Oramos para que los tratantes abandonen su forma de actuar, vean el amor de Dios y busquen
vivir en la luz de Cristo. Como cristianos, sabemos que aun el más duro de los corazones puede lograr la conversión y el arrepentimiento.
Unidos en oración, trabajemos juntos por la erradicación total de la trata de personas.